La gente linda es como cualquiera;
únicamente hay una diferencia
que no llega a notarse por “su afuera”,
¡se nota por su estado de conciencia!:

les brota la bondad naturalmente
como algo cotidiano y natural,
porque es la impronta de la linda gente
tratar a todos de un modo cordial.

No adscriben a países ni a banderas,
y como portadores de alta herencia,
habitan una Tierra sin fronteras
donde su majestad es la Inocencia.

Sabiéndose partes de un Todo Mayor
jamás hacen daño en ningún lugar,
y como divinas chispas del Creador,
sienten que han venido aquí para amar.

Y tal vez nunca han escuchado nada
respecto de una quinta dimensión,
¡pero qué paradoja inesperada…,
porque ellos llevan esa vibración!

La gente linda te cede el paso,
son luminosos aunque lo oculten,
y pintan de alba cualquier ocaso
sin tener miedo de que la insulten.

Sienten que pueden dirigir su vida,
poner su realidad bajo control,
y andar aún en la sombra más tupida
porque se han vuelto ellos su farol.

¿Sabiduría?, ¡tienen de sobra!,
y es su palabra siempre atinada,
y clarifican cualquier zozobra
con solo echarle una mirada.

(¡Ya atravesaron tantos abismos
en tantas vidas de frenesí,
que ahora confían en ellos mismos
y en la experiencia ganada allí!)

No usan espada… (solo la risa
llevan como único estandarte),
ni una armadura… (¿quién la precisa
cuando ya nada puede dañarte?)

Y ante el problema que traiga el día
saben que pueden lidiar con él,
¡y nada empaña esa alegría
que llevan como segunda piel!

Y al ver al otro como a un hermano
no hay excluidos en su menú;
la gente linda es el Nuevo Humano…,
¡y es linda en serio!… (tal como tú…).