¿Marcho sereno o voy tenso?
¿Tengo calma o impaciencia?:
la manera en la que pienso
la fabrica a mi experiencia.

Poner las culpas “afuera”
no es ninguna solución:
¡si resbalo en la bañera
no fue el culpable el jabón!

Si no me hago responsable
de mi yerro o mi tropiezo,
¡siempre encontraré “un culpable”!
¡¿pero qué gano con eso?!

Y aquí no cabe el rezongo,
¡soy quien mi vida modela!;
de la ropa que me pongo
solo yo coso la tela.

Ya dijo un gran escritor:
“nada es verdad ni es mentira:
todo es según el color
del cristal con que se mira”.

Y ahora lo parafraseo
diciendo que a mi entender,
a cada cosa la veo
según mi modo de ver.

Y eso no es ninguna ciencia:
es tan solo el resultado
de mi estado de conciencia…,
¡más lo sembré yo a ese estado!

Y ver luz en lo sombrío,
la flor en el basural,
Dios en tu rostro o el mío…,
¡es elección personal!

Y si el ego con empeño
dice que es falso ese paño,
le digo que en este sueño
¡soy quien decide mi engaño!

Y si me apeno o me alegro
no me lo impone un boceto:
nada es ni blanco ni negro…,
¡yo elijo lo que interpreto!