¿Cómo lo vas tratando, mi amigo, a cada hermano…?
¿Le brindas tu cariño de forma natural…?
¿Lo abraza tu mirada…, lo acaricia tu mano…,
lo escuchas con el alma…, con atención total…?

¡Porque “estar disponible” no es ninguna otra cosa!;
sólo se trata de eso: de abrir el corazón,
y ofrecer tu presencia como un ramo de rosas
que se da simplemente, por la pura dación…

¡En cuántas ocasiones, tus seres más queridos,
ansían secretamente que los trates así!:
que te muestres amable, abierto, receptivo,
cien por ciento presente…, completamente allí…

¡Cuántas veces, incluso, como si fueran niños,
te dicen sin decirlo, -al verte tan absorto-:
“¡cómo no te das cuenta que anhelo tu cariño…!,
¡necesito sentir que de verdad te importo…!”

Y es que de nada sirve compartir un momento,
si tal vez tú no tienes esa delicadeza
de darles tu atención…, en vez de estar atento
solamente a las voces “del mundo en tu cabeza”…

¡Es tan breve la vida…, tan corta tu estadía…,
tan efímero el viaje mientras estás aquí!,
y es tan triste sentir -cuando se acaba el día-,
que ha transcurrido en vano…si no has dado de ti…

En cambio… ¡qué distinto cuando tú, por entero,
le vas brindando al otro, de tu ser lo mejor…,
sin pensar en guardarte, mi amigo, en tu tintero,
ni tan sólo siquiera una gota de amor…!

Porque cuando te das…, así…, sin ningún juicio,
aceptando al hermano por completo en su viaje,
le obsequias el regalo más puro y más nutricio…:
¡el de una vibración de elevado voltaje!

Y entonces…, ¡cómo cambian de repente las cosas…,
cómo suenan las notas de un mágico concierto…,
y se escuchan de pronto cascadas rumorosas
trayendo los murmullos de un corazón abierto…!

¡Y es que llenan el aire melodías encantadas…,
y lo perfuman todo jazmines invisibles…,
y las almas sonríen…y hay luz en las miradas…,
cuando tú, compañero…, te muestras “disponible”…!