Cuando recibe un mal gesto,
o un destrato ocasional,
no lo toma a la tremenda,
ni como “algo personal”.
Sabe que la otra persona
puede tener “un mal día”,
y en lugar de fastidiarse,
le devuelve simpatía.
Y al vibrar de esa manera,
sin decir, le va diciendo:
“me trates como me trates…,
¡yo igual te sigo queriendo!”
Y si son sus compañeros,
familiares…, o pareja,
los que le brindan motivos
para el lamento o la queja,
entiende -como alma antigua-,
que sólo siguen sus guiones,
y en vez de juzgar conductas
contempla sus corazones…
Y ajeno a todos los roces,
piensa al ver su hostigamiento:
“¡no sé para qué me agredes…,
si igual te sigo queriendo!”
Y puede actuar de ese modo
en esta Nueva Energía,
porque ha asumido del todo
su verdadera Maestría…
Sabe que es puro, intocable,
en su corazón de estrella,
y que la agresión ajena
ya no puede hacerle mella.
Y al dejarlo atrás al ego
puede decirse, sonriendo:
“aunque no juegue tu juego…,
¡yo igual te sigo queriendo…!”.
buen mensaje ,jorge de algun modo tenemosa que dejar el ego a un lado ……
Un abrazo, jamie…
Seria genial si todos pudiesemos controlar el impulso de responder mal o "fastidiarnos"
Sería genial aprender y poder hacer que la agresión ajena no haga mella…
Lo intentaré!
Un cordial abrazo!
¡Suerte con tu intento!
Un gran abrazo…
Me encantan tus poesías!!
Gracias, Tania.
Un abrazo.
¡Otro tesoro! ¡Que bellos son tus poemas, Jorge! 😀
Un abrazo, "cocolibrí"…