Cuando recibe un mal gesto,
o un destrato ocasional,
no lo toma a la tremenda,
ni como “algo personal”.

Sabe que la otra persona
puede tener “un mal día”,
y en lugar de fastidiarse,
le devuelve simpatía.

Y al vibrar de esa manera,
sin decir, le va diciendo:
“me trates como me trates…,
¡yo igual te sigo queriendo!”

Y si son sus compañeros,
familiares…, o pareja,
los que le brindan motivos
para el lamento o la queja,

entiende -como alma antigua-,
que sólo siguen sus guiones,
y en vez de juzgar conductas
contempla sus corazones…

Y ajeno a todos los roces,
piensa al ver su hostigamiento:
“¡no sé para qué me agredes…,
si igual te sigo queriendo!”

Y puede actuar de ese modo
en esta Nueva Energía,
porque ha asumido del todo
su verdadera Maestría…

Sabe que es puro, intocable,
en su corazón de estrella,
y que la agresión ajena
ya no puede hacerle mella.

Y al dejarlo atrás al ego
puede decirse, sonriendo:
“aunque no juegue tu juego…,
¡yo igual te sigo queriendo…!”.