Pon tus dedos índice y medio
en la base del pulgar,
sobre la arteria que pulsa…,
¡y siéntelo a ese pulsar!

Percíbelo unos instantes
de manera natural,
de modo que así lo grabe
tu memoria sensorial.

Luego retira esos dedos
para intentar nuevamente
registrar el mismo pulso,
pero ahora, mentalmente.

Practica hasta transformarlo
en una tarea sencilla,
y luego hazlo en otro sitio,
por ejemplo, la rodilla.

Cada vez que lo consigas
sigue progresando allí,
llevándola a tu conciencia
hacia esa parte de ti.

Y así notarás pasmado
y desbordando emoción,
cómo tu cuerpo responde
al poder de tu Intención.

Y este logro será apenas
una simple y tenue muestra,
de lo que pasa cuando usas
tu Enfoque, llave Maestra.

Pero el logro verdadero,
el grande, el fundamental,
es que te hará ser consciente
de tu poderío mental.

Y se te ocurrirán formas
de usar tal capacidad:
generando en ti saliva
si en tu boca hay sequedad,

o calmando algún dolor
imaginando anestesia,
o acelerando tu cura
si te aflige una dolencia.

Y es que tu Sistema Innato
recoge tu decisión,
siempre que hables en su idioma:
¡el de la Pura Intención!

Y de una cuántica forma
hace brotar la semilla
de lo que visualizaste,
en tu etérica plantilla.

Y así es como das inicio
a una vida de excelencia,
al tomar por fin las riendas
del poder de tu conciencia.

Y te dirás entusiasta
y desbordando optimismo:
“¡la Imaginación es Rey
cuando yo creo en mi mismo!”

“Y si lo llevo a este don
a cada cosa que hago,
me estaré, sin duda alguna,
¡volviendo mi propio Mago!”