¡Te quiero, mi hermano…!
¡Te quiero, mi hermana…!,
sol resplandeciente
de cualquier mañana,

que estando en tu casa,
la calle o la esquina,
sin saberlo expresas
la Matriz Divina.

No importa tu sexo,
tu edad, tu semblante,
porque somos caras
de un mismo diamante,

y sería un dislate
el seleccionar…,
(¿acaso Dios duda
sobre a quién amar?)

Te quiero, mi hermana…
Te quiero, mi hermano…,
Ser de Luz oculto
tras un traje humano,

que vas por tu senda,
límpida o tupida,
tratando de hallarle
sentido a la vida.

No sé de tus sueños,
ni tus añoranzas,
ni tus frustraciones
o tus esperanzas,

ni sé de tu raza
o tu religión,
¡solo sé que es rojo
nuestro corazón!

¡Te quiero, mi hermano…!
¡Te quiero, mi hermana…!,
estrella tardía…,
o estrella temprana…

Y aunque es cierto, ignoro
todo sobre ti,
¡conozco tu brillo…
porque se halla en mí!

Y ello nos iguala
en nuestro interior,
¡porciones divinas
de un mismo Esplendor!

Por eso en el día
de mi adiós postrero,
volveré a decirte
de nuevo… ¡te quiero!