Te ha pasado alguna vez
sentir una sensación
que te embriaga el corazón
y que se marcha después…?

Algo que llega, quizás,
como el eco de una risa,
parece que se eterniza…,
y al instante no está más…?

Un sentimiento distinto
de todos los que has sentido,
como si hubieses salido
de pronto de un laberinto,

…y dejando atrás lo gris,
lo oscuro y lo deprimente,
te sintieras de repente
inmensamente feliz…?

Y te dices “¿¡qué pasó…?!,
¿qué fue este toque divino?,
¿un regalo del destino…?,
¿un Ángel que me rozó…?”

Pero en el fondo de ti
ya conoces la respuesta…,
¡que el alma siempre contesta
al que se pregunta así!

Y te dices con unción:
“esto que sentí hace un rato,
este sublime arrebato…,
¡fue Dios en mi corazón…!”.