Cuando te miras por dentro
¿qué es lo que ves, camarada?
¿Qué es lo que sale al encuentro
de tu perspectiva ampliada?

Al entrar en el capullo
de cualquier introspección,
o al viajar muy dentro tuyo
en una meditación…,

en ese momento alterno
en que otro plano despunta
y guiña un ojo Lo Eterno…,
¿qué es lo que ti se trasunta?

¿Sigues llevando contigo
tus pesares encubiertos,
como se lleva un abrigo
aún en medio del desierto?

¿O logras que disminuyan
cuestiones aletargadas,
y percibes que te arrullan
melodías encantadas?

¿Qué ves… al mirar por dentro?
¿Es tu viaje más soñado,
porque vas al epicentro
de tu Yo más elevado?

¿O es tan solo un sobrevuelo
de tu visualización,
y es poco lo que del suelo
se alza tu imaginación?

¿Contemplas solo el sendero
de tu recorrido actual,
o miras tu derrotero
que es multidimensional?

¿Avanzas un solo paso
y te gana la flaqueza…,
o logras tomar acaso
conciencia de tu Grandeza?

¿Al Cuerpo de Luz conectas
con su fulgor carmesí,
o íntimamente pretextas:
“eso aún no es para mí”?

Mira que indudablemente
lo que crees que hallarás,
determina grandemente
aquello que encontrarás.

¡La expectativa es creadora,
y es obstinada, y es terca!:
y si vas tras lo que añoras,
eso que añoras… ¡se acerca!

Sin importar cómo luzcas,
llevas por dentro un Rubí,
y al saber que tú lo buscas,
¡el también te busca a ti!

Porque tu Alma es esa Amante
que no te falla jamás,
con su dulzura constante
y su inmensurable paz.

Por eso es que esta pregunta
marcha directo a tu centro,
y a tu corazón le apunta:
¿qué ves… al verte por dentro?