Perspectiviza…,
que aunque vaciles
sobre una cornisa,
o aunque tu senda
sea resbaladiza,
la perspectiva
lo relativiza,
al expandirla a tu visión.
Al mirar las cosas
desde la altura,
ves que hay también rosas
tras las espinas
duras y filosas
que provocaban tu aflicción.
Y no te hace falta
que crezcan alas
sobre tus espaldas:
puedes ir lejos
hacia cimas altas,
¡cambiándola a tu percepción!
Ver desde arriba,
la modifica
a tu expectativa,
y te das cuenta
que en definitiva,
lo relevante
es ir mientras vivas,
hacia Lo Superior…
Perspectiviza!
que la pizarra
junto con la tiza
con la que escribes,
se volatiliza…:
¡todo en la Tierra
se nos va de prisa…,
inclusive el dolor!
Y en tal sentido,
un orden claro
que estaba escondido,
te va mostrando
que tras lo vivido,
¡había un propósito mayor!
Y marchas tranquilo,
porque tu vida
va siguiendo un hilo,
y te desplazas
con tu propio estilo,
tan solo atento a tu intuición.
Perspectiviza!,
líneas de tiempo
que ya no precisas
se están marchando
junto con la brisa,
y hoy otras nuevas
que ya se divisan,
te brindan todo su esplendor…
Ya nada es malo:
ahora ves todo
como un gran regalo,
y entre tus gozos
ya no hay intervalo,
pues cada evento
te concede un halo
que te enriquece en tu interior…
Ya ahora las quejas
quedaron lejos
en tu vida vieja,
y otra mirada
en tu faz festeja,
¡porque se abrió tu corazón!
Y hoy tus verdades,
y los saberes
de tantas edades,
son un tesoro
porque les añades
tu más bella Intención!
Perspectiviza!,
y si de a ratos
la vida es plomiza,
saca del alma
tu mejor sonrisa,
y verás cómo
todo se suaviza
al contemplarlo con amor…
Mi amado Jorge:
Si el punto desde el cual se observa, son los ojos del alma, todo se torna bello, bueno y verdadero, porque en ella no hay prejuicios, pues ve lo escencial que es invisible a los ojos del cuerpo, como bien lo dice también Antoine de Saint-Exupéry en su revelador libro «El Principito»
Y sí, no hay que esperar a que salgan alas, porque para el alma no existen límites, la mía viaja en las alas de un colibrí para llegar a donde habita la tuya, o se monta en las de una gaviota para conquistar grandes alturas, o en las de un águila para saber lo que es la fuerza.
Mi alma sonríe al ver tu alma y mi corazón humano salta de alegría….. Te amo.
¡Te celebro, poeta en prosa…!
Y celebro tus alas de colibrí…, de gaviota…, de águila…, con las que remonta en un vuelo infinito la pureza de tu alma…
Enorme abrazo, compañera de alturas…!