Aquieta el cuerpo y la mente,
serena los sentimientos,
y luego muy suavemente
dile a tu Luz…: “¡sí…, te siento!”

“Siento esa luminiscencia
que en mis átomos enciendes,
ese brillo de conciencia
que por mis cuerpos extiendes…”

“Y percibo el giro bello
de mi merkaba en acción,
mientras se expande en destellos
tu constante irradiación.”

“¡Gracias, gracias Luz amada,
te brindo la bienvenida
porque sé que tu llegada
la está cambiando a mi vida!”

No importa si en esta fase
aún no lo logras del todo:
¡la persistencia es la base
para aumentarlo a ese nodo!

Lo importante es que, en rigor,
grabas ese pensamiento,
y abrazas ese Fulgor,
al decirle: “¡sí…, te siento!”

Luego actúa “como sí”,
has de cuenta que es “real”:
tu creencia juega allí
un papel fundamental.

Porque “creer” habilita
a que esa Llama en ti fluya:
“creer” la atrae, la invita
a que Ella se vuelva tuya.

Y al correr de las semanas
percibirás suavemente,
que con tu Luz más te hermanas,
de a poquito, lentamente.

Y si persistes con calma,
con la serena vehemencia
de saber que es en el Alma
donde nace esa insistencia,

notarás un bello día
con diáfana claridad,
que el Brillo que en ti querías,
¡se te volvió realidad!

Y comprobarás pasmado
y desbordando optimismo,
algo que habías olvidado:
que tú y tu Luz…¡son lo mismo!