Aquí estamos, compañeros,
para hablar de algo sagrado,
que no nos han enseñado…
¡pero que igual lo sabemos!:

“cada uno es sanador”,
pues la aptitud de sanar,
(lo mismo que la de amar),
ya viene en nuestro interior.

Y es verdad ciento por ciento,
y a sus frutos los veremos…,
más sólo si lo creemos
con total convencimiento.

Por eso es vital hoy día
fijar esto en la cabeza
y transformarlo en certeza:
“¡la creencia es energía!”.

Por tanto, amigos, les pido:
repitamos en conjunto,
fervorosos, todos juntos,
plenamente convencidos:

“Mis manos se hallan benditas
en el aquí y el ahora:
¡mis manos son sanadoras
gracias al Dios que me habita!”

“Por su vibración tan pura
ellas alivian y sanan,
y cuanto más luz emanan,
más instantánea es la cura.”

“Mis manos son la expresión
de una conciencia elevada,
pues transmiten, más que nada,
la piedad del corazón.”

“Y alcanza con un intento
para el ¨toque sanador¨ :
cuando más puro el Amor,
más útil el instrumento.”

Gracias les doy, mis amigos,
por vuestra amable presencia,
y desde mi propia Esencia
dulcemente los bendigo.

Y ahora vayan sin prejuicios
mis queridos compañeros,
a sanar por los senderos
como un Acto de Servicio.

Y un recordatorio más:
no olviden cada mañana,
que no es Irma o Juan quien sana:
¡es el Amor que hay detrás!.