Hay una llave de oro que te abre todas las puertas:
es un saber instantáneo, que no admite discusión,
y que deja atrás las dudas y las cuestiones inciertas,
casi como si miraras con una Nueva Visión.

¿Qué itinerario seguir? ¿Cuál dará más regocijo?
¿Quién, la persona adecuada? ¿Cuál, la mejor solución?
Imagina que al instante resuelves cada acertijo,
porque empleas esa Llave sin importar la ocasión.

¿Preguntas cómo es que opera esa herramienta dorada?
Imagina que te encuentras solo tú en tu habitación:
es muy poco lo que abarca tu percepción limitada,
y no hay nadie que te ayude allí en tu radio de acción.

Más de pronto te remontas a un Cielo desconocido,
y cambia completamente tu punto de observación,
y enlazas allí mil datos que no habías percibido,
y con ello llega un rapto de divina inspiración.

Percibes, sin darte cuenta, como en un relampagueo,
las posibles consecuencias surgidas de cada opción:
sus costados bueno o malo, su devenir lindo o feo,
y eliges, en consecuencia, lo que alegra al corazón.

¿Indagas qué cómo se hace para tenerlo afilado,
siempre a mano, siempre listo a ese bellísimo Don?:
se trata, sencillamente, de permitirte ese estado
en el que instantáneamente elevas tu vibración.

En tal modo perceptivo, hay un “saber” que te llega,
(¿de otro plano de conciencia…?, ¿de una quinta dimensión…?),
un hálito de Maestría que en tu interior se despliega,
y que te va conduciendo hacia tu mejor versión.

Cuando comiences a usarlo, y notes sus maravillas,
y compruebes que tu senda se vuelve una bendición,
la moldearás a tu vida como si fuese de arcilla…
porque hay una llave de oro…, ¡y se le llama Intuición!