Esa manchita oscura en tu vestido…;
esa pequeña piedra en el zapato…;
el gesto desdeñoso de un vecino…;
el jefe persistiendo en su destrato…

¡Con qué frecuencia te perturbaban antes
las tantas contingencias del momento,
manejando los hilos de tu vida
según la dirección en que iba el viento…!:

“¡Enójate…, nadie te tiene en cuenta…!”
“¡Deprímete…, la vida es un fangal…!”
“¡Desconfía de ti…, que eres inepto…!”
“¡Derrúmbate…: todo te sale mal…!”

¡Cómo te manejaban las circunstancias,
tirando de tus hilos a su antojo,
decidiendo el momento y escenario
de tu felicidad…o de tu enojo…!

¡Pero eso quedó atrás…, lejos…, muy lejos…,
porque por fin, amigo, has contactado,
con “otro mundo” en medio de tu mundo:
un espacio de luz…, bello y sagrado…

Un oásis de paz y de confianza,
justo en el centro de tu corazón…,
¡allí donde la vida es una fiesta
de regocijo…y de celebración!

Y a pesar de la mancha en el vestido…,
y de la piedrecilla en el zapato…,
y de tantos “pequeños tiranuelos”
que buscan alterarte en su mal trato…,

…ahora marchas tranquilo y sosegado,
sabiendo “que la fruta está madura”,
y que ya la cosecha ha comenzado,
pues tu intención es alta…y bella…y pura…

Y es en ese equilibrio emocional
donde se encuentra el cofre que contiene
las llaves que comienzan a activar
los códigos del alma en tu ADN…

¡Y allí vas tú…, sereno…, imperturbable…,
sonriéndole a los pinchos del camino…,
pues te estás convirtiendo, compañero,
en un Ancla de Luz…de lo Divino…!