“¿Me llevas…?”, le pedí al viento,
y él dijo: “me gustaría,
pero resulta que aún debo
soplar en la lejanía”.

Y a una bandada de alondras
que en el cielo divisé,
esforzando mi garganta,
“¿me llevan…?”, les pregunté.

Y contestaron a coro
en un trino unificado:
“justo estamos por posarnos,
allí en el bosque de al lado”.

Abatido, la indagué
a una mariposa en vuelo,
y contestó, veleidosa,
recostada sobre el cielo:

“Mis alas son delicadas,
y se me pueden dañar:
¡tú sabes…, si yo no vuelo,
no puedo al mundo alegrar!”.

Y en ese instante intervino
mi propio Yo Superior:
“perdona que sea curioso…:
¿a qué viene tu clamor?”

Quiero volar por el mundo,
y ver lo que no se ve
cuando uno se queda en tierra;
¿está mal?, le contesté.

Disculpa que me de risa
lo absurdo de tu intención:
¡tú puedes ir donde quieras
usando tu vibración!

Lo lanzas al pensamiento
como una flecha hacia allí,
y si lo crees, entonces
se hace real para ti.

La imaginación proviene
de las altas dimensiones:
¡tus alas no son de plumas,
tus alas son de fotones!.

Si tu Intención fija el curso
con rumbo a la inmensidad,
códigos de luz entrantes
transforman tu realidad.

Más vibras, y más te expandes;
más te expandes, vas más alto:
¡sólo en tu mente está el muro
que te impide dar el salto!

¡Convéncete!, tú ya habitas
en la quinta dimensión,
y ahora puedes desplazarte
por fuera de cualquier guión.

Pero en tu mente pareces
seguir viviendo en 3D,
creyendo que solamente
existe lo que se ve.

¡Por eso es que me da risa
el verte pedir auxilio,
pudiendo viajar muy alto
por sobre tu domicilio!

¡Deja de actuar como un niño
al que se debe ayudar,
que no precisas de nadie…
para ponerte a volar!