Todos ansiamos que sea la vida un lecho de rosas
tan perfumadas,
tan primorosas,
pero tú sabes que sólo se crece superando pruebas,
porque son ellas
las que te elevan
cada vez más.

Si tu escenario te indica que es hora de soltarte de algo,
entonces tienes
que hacerte cargo,
y allí descubres que cuando te enfrentas por fin a tus trabas,
te surgen fuerzas
que tú ignorabas.

Y llegarás a sentir que al final tus problemas,
son un “ardid con sentido”, una estratagema,
un artilugio
para que crezcas,
y al fin asumas
tu Divino Poder…

Cada incidente que surge, cada circunstancia,
fue preplaneado
por tu Yo Alma,
para que rasgues de a poco ese velo de plata
que te separa
a ti de Ti.

Cuando la dejas a un lado a tu vieja mirada,
la vida entera
luce cambiada.
Ya no te asustan las vueltas de tu laberinto,
y él no ha variado:
tú estás distinto.

Y es que si el punto de vista trepa al Infinito,
todo de pronto a tus ojos parece bendito,
y le sonríes
al tropezón,
porque te lleva
a tu Perfección.