Para vivir flotando no hay más motivo
que de instante en instante, sentirte vivo,
y dejar de un modo suave y exquisito,
que se acople tu ritmo a lo Infinito…
Y al ir abandonando tus “deberías”,
y tus viejas creencias cada día,
sentirás en el fuego de “otro bautismo”,
la libertad suprema de ser “tú mismo”.
Vives flotando
cuando ya, compañero, no te importa
si el mundo entero a descender te exhorta.
Vivir flotando es también, amigo,
no preocuparse más por pan o abrigo,
porque ya sabes que del Universo
te llega todo, casi sin esfuerzo.
Cuando tú te permites, serenamente,
ingresar en el flujo de la corriente,
ella te va enseñando, tranquila y mansa,
el secreto sutil de la confianza.
Vives flotando,
cuando ya sin más antes…ni después…
lo disfrutas al día tal cual es…
Pero vivir flotando, también encierra,
el poner alegría sobre la Tierra,
y ocuparte a menudo de soltar risas,
que para repartirlas, ya está la brisa…
Y al aliviar las penas que hay en la gente,
con un trato amistoso, dulce, inocente,
y ver a cada uno como a tu hijo,
les estarás brindando tu regocijo.
Vives flotando,
cuando sigues tu guía interior,
y lo dejas surgir al amor.
Y flotarás entonces alto y lejos,
allí donde no llegan los catalejos,
allí donde es tan pura la vibración,
que solamente cabe en tu corazón…