¡Con qué gracia y qué donaire,
y con qué gentil empeño,
vas construyendo -con sueños-,
tus castillos en el aire!

Y allí se van a vivir
tus quimeras más queridas…,
¡esas que vida tras vida
son tu razón de existir!

Y con los hilos dorados
que tu pasión imagina,
el corazón compagina
tus sueños más alocados…

¡Que sería -en su desazón-
del iluso y del profeta,
del bohemio y del poeta,
si no hubiera ensoñación!

¡Y que sería del mundo,
-opacado y sin colores-,
si no hubiera soñadores
con su mensaje rotundo!

Ebrios de gozo y pasión,
ellos son, alucinados,
los que corren deslumbrados
tras burbujas de jabón.

¡Por ellos la vida avanza
entre arenas movedizas!
¡Por ellos brotan las risas
en jardines de esperanzas!

¡Que a ti, amigo, te dé igual,
si alguien, de un modo risible,
te dice que es imposible
perseguir un ideal!

(Él no sabe, en su apatía,
que lo que hay de bueno y bello,
hoy nos brinda su destello
porque alguien lo soñó un día…)

¡Tú persiste con donaire,
y con delicado empeño,
en edificar -con sueños-
tus castillos en el aire!

¡Prosíguelos levantando
con amoroso cuidado,
que el día menos pensado…
los estarás habitando!