Dime, hermano del camino,
mientras piensas y planeas
cómo hermosear tu destino,
tú…, ¿confías… o COCREAS?

¡Claro que “confiar” es bueno!:
es “esperar lo mejor”,
mientras mantienes, sereno,
afuera de ti el temor.

Pero hay algo más profundo
y valioso que “confiar”,
algo más hondo y rotundo:
¡se trata de “cocrear”!

¿Y en qué es que se basa ello?:
se basa en algo inusual,
sereno, expandido y bello,
“¡cocreación espiritual!”

Es un proceso creador
en el que te hallas inmerso,
y su Mayor Atractor
es tu socio… ¡el Universo!

Él está allí, aguardando
tan solo que lo convoques,
pues cuando lo vas usando…
¡vuelves oro lo que toques!

¿Y en qué se basa ese estado?:
muy simple…, ¡en visualizar!,
¡por eso es que se te ha dado
el Gran Don de Imaginar!

Y en ese don no hay medida:
ni lo acatas… ni discrepas…,
porque gobierna tu vida…
¡y lo hace sin que lo sepas!

Más cuando tomas el mando,
¡eliges tú tus visiones,
y al irlas visualizando
¡dejan de ser “ilusiones”!

Y es que sin piso y sin techo
la Imaginación es reina:
lo “ves hecho”…, ¡y “ya está hecho”!
en líneas de tiempo alternas.

Y si a tus “cuadros mentales”
los nutres hasta el final,
esas líneas temporales
se fusionan con la actual.

Y lo hacen más velozmente
si les refuerzas sus bases,
añadiendo allí, vehemente,
las más poderosas frases:

“¡Todo lo puede mi Esencia”
“Siempre atraigo lo oportuno!”
“¡El poder de mi Conciencia
ya no tiene ningún techo alguno!”

Y a la vez que así te expresas
debes “mirarte” dichoso,
dando por hecho que ingresas
en una etapa de gozo.

¿Y por qué esto es decisivo?,
porque así lo magnetizas
con tu entusiasmo creativo
a aquello que visualizas.

Y luego, di sin demora
en tu visualización:
“yo ya hice mi parte…, ahora
¡te lo dejo a ti, Creación!”

(Y no dudes, buen hermano,
que tu tesón triunfará,
pues más tarde o más temprano
la Creación… ¡te lo dará!)