Cuando te cueste hallar belleza
en tu manera de contemplar,
pues ya no hay nada que te embelesa…,
¿por qué no pruebas con poetizar?.

Si a las orugas no las ves bellas
al observarlas tal como son,
intenta entonces mirar en ellas
mariposillas en gestación.

Y si en los otros vieras matices
que no ennoblecen su estancia aquí,
prueba en el acto pintar sus grises
con lo colores que ya hay en ti.

Cuando tus ojos son apacibles
y tu mirada ya no interpreta
sino que juega con lo invisible,
¡de alguna forma ya eres poeta!

Y si donde alguien no encuentra nada
tú observas mundos de fantasía,
ya estén afuera o en tu mirada,
¡sin que lo sepas, haces poesía!

¿Si es ver lo bello que está escondido,
o es hermosearlo con tu intención?:
¡es indistinto…!, lo bienvenido
es que te cause fascinación.

Cuando poetizas tu circunstancia
vas reinventando lo que te pasa,
y en un pan duro ves abundancia,
y es un palacio tu propia casa.

Y en la tormenta viajas muy lejos
subido en alas del vendaval,
y en el rocío ves mil espejos
de plata y oro, luna y cristal.

¡Cómo percibes es lo valioso!:
que se deleite tu corazón,
y que te llenes de puro gozo
¡aunque sea solo imaginación!

Y si te dicen, como un regaño:
“¡es un engaño tu proceder”!,
diles entonces “¡todo es engaño,
sólo que el mío me da placer!”

(Tal vez no saben que “lo real”,
es una “banda de vibración”:
cuanto más alto logras vibrar,
más se embellece tu percepción.)

Por eso, amigo, si a tu existencia
no hallas el modo de disfrutarla
y ves insulsa cada experiencia,
¿por qué no pruebas con poetizarla?