Pequeños milagros andan tras de ti:
diles “intuiciones” si te place así.

O diles acaso si te gusta más,
el roce de un Ángel trayéndote paz.

Diles como quieras, pero escucha bien:
sus señales duran lo que un santiamén,

pues surgen veloces desde el corazón,
como perspicacia, vislumbre, o visión.

Y en ese momento lo importante es
atrapar el vuelo de su inmediatez.

Es por eso entonces que en esta cuestión,
¡es imprescindible prestar atención!,

y como un guerrero, estar vigilante
ante cada indicio de un augurio entrante.

Y cuando aparece, no hacerlo a un costado
pensando que sólo lo has imaginado.

¡A cuántos tesoros tal vez descartaste
creyendo que acaso te los inventaste!

¡Y no!: simplemente funcionan así
las corazonadas que llegan a ti.

¡Retén el chispazo del presentimiento
antes que lo tape cualquier pensamiento!.

¡Confía, confía, confía en que es cierto,
y que sólo busca llevarte a buen puerto!

¡Es la voz del alma, del Yo Superior,
que te está indicando tu senda mejor!

Y recuerda, amigo, su paso es fugaz:
si quieres asirlo…¡vaya…, no está más!,

que así como llega, así igual se fue:
¡los ángeles pasan en puntas de pie!.