Marchar hacia la Luz…, ¡qué hermoso anhelo
volvernos uno con su refulgencia!,
y descorrer por un momento el velo
que nos separa de su luminiscencia.

Dejar de ser un foco separado
brillando apenas un fulgor discorde,
para fundirnos en ese dorado
de un resplandor sin límites ni bordes…

¡Que delicia sutil, que rapto loco,
que asombro fascinado, que embriaguez!:
nada en el mundo se parece un poco
al mágico esplendor de “Lo Que Es”…

¡Y cuesta abandonar tal transparencia
después de que la Luz nos da su beso!
¿Más cómo mantener esa frecuencia
tras aquellos instantes de embeleso?

Allí hay dos herramientas con formatos
diferenciados para tu alto bien:
tu Intuición plena, -no solo de a ratos-,
y tu Registro Akáshico también.

Con la primera saltas ese muro
que te atascaba en tu función de faro,
y lo que parecía ser oscuro
en un segundo ya lo ves bien claro.

Cuando entra en juego tu glándula pineal
ya no hay más escenario que te trabe:
con percepción multidimensional
tú “sabes”…, sin saber cómo es que sabes…

Ya ningún laberinto te somete,
¡porque hallas soluciones para todo!,
y es que ahora vives 24/7
entrelazado al fin con “otro nodo”.

Y al ir vibrando de ese modo alto
te pone tan feliz tal vibración,
que al Cielo no lo tomas por asalto:
¡tienes ya un pie en la Quinta Dimensión!

Con la segunda de tus herramientas,
(tu recordar Akáshico en aumento),
ese Archivo Global se te presenta
y te da acceso a todos tus talentos.

Las Memorias del Alma te revelan
el largo recorrido de tu andar:
dones y cualidades sobrevuelan,
esperando volverse a reactivar.

Abastecido por ese instrumento
te llegan fuerza, inspiración, sapiencia,
¡porque ahora extraes autoconocimiento
de la “Base de Datos” de tu Conciencia!

Y es que en el curso de tu recorrido
es tanta la experiencia acumulada
en tantos trajes con que te has vestido,
que hasta influyes aún sin decir nada.

Y entonces sí…, con tu Intuición surgiendo
para dar claridad a tus vivencias,
y tu Registro Akáshico trayendo
el sutil oro de otras existencias,

te fusionas de a poco y sin apuro
con tu hermoso “Yo Soy”, tu “Yo Testigo”,
y no regresarás más a lo oscuro,
porque a esa Luz… ¡la llevarás contigo!