La dulzura
es mansedumbre, es ternura,
y es la compasión más pura
que ha brotado del Creador.

De colores
son los planos superiores
y sus seres moradores,
irradian ese dulzor.

Tú presientes
que la transmite tu voz,
porque sientes
que en el otro habita Dios.

¡No la guardes!,
bríndala antes que sea tarde,
en silencio y sin alarde,
deja que emane de ti.

Suavemente,
espárcela blandamente,
¡son tantos los que actualmente
ansían un trato así!

¡Quién no anhela
que lo acaricie esa estela
que lo abraza, lo consuela,
y alivia su frenesí!

Esa traza
de su química es sostén,
pues enlaza
las hebras del “estar bien”.

Sin complejos,
repártela cerca y lejos,
y mirándote al espejo
¡bríndatela a ti también!

La dulzura
en tu interior,
es el néctar
del amor.