¿Quién dijo que eras tu cuerpo
hecho de tiempo y de espuma,
que cumple su ciclo… y luego
se desvanece en la bruma…?

¿Quién dijo que eras tu llanto…,
tu risa…, tus emociones…:
ese viento que te agita
con sus dramas y pasiones…?

¿Quién dijo que eras tu mente,
esa saltarina inquieta,
siempre corriendo alocada,
tras una ilusoria meta…?

¡Esas son sólo herramientas…!,
instrumentos…, compañero,
utensilios que te sirven
mientras vas por el sendero…

Pero el TÚ que las emplea,
-y al que haces de portavoz-
ese TÚ que en ti palpita,
¡es una porción de Dios!

¡Deja atrás por un instante
cuerpo, mente y emoción,
y vuelve a sentir tu Esencia
brillando en el corazón…!