La Bendita Plegaria no utiliza palabras…,
no nace de la boca, ni surge de la mente…,
no se repite en series, como si fuera un mantra:
la Bendita Plegaria no se reza…: ¡se siente!

La Bendita Plegaria “fabrica” el sentimiento
-profundo, desmedido, intenso y visceral-,
de que lo que se invoca, ¡pasa en ese momento!,
y no en algún futuro lejano y eventual.

La Bendita Plegaria la usaban los ancestros,
para invocar las lluvias…, la pesca provechosa,
la paz entre las tribus…, la luz de sus Maestros…,
la caza exuberante…, la cosecha copiosa…

Pero ellos no pedían: “¡Danos trigo abundante!”:
¡ellos “se convertían” en el propio trigal…,
y eran la tierra fértil…, la lluvia desbordante…,
y el ondular de mieses del dorado cereal…!

¡Y “se veían” felices trajinando en la siega,
levantando a montones las espigas de miel,
sintiendo el alborozo de la fecunda brega
en la fiesta del hombre…y del áureo vergel…!

Y en su visión, “oían” el sonar de tambores,
y el crepitar del fuego bajo la luna llena,
cuando alegres bailaban, vestidos de colores,
danzas de gratitud por la feliz faena…

De ese modo, en la “esfera de todos los posibles”,
iban al potencial de “la mejor cosecha”:
la sentían real, verdadera, tangible,
y en el “mundo concreto”…¡ya la daban “por hecha”!

Y al “crear” en sus cuerpos la emoción tan resuelta,
tan clara, tan profunda, tan nítida y sentida,
el “cuántico holograma” la llevaba de vuelta,
diciendo en su lenguaje: “¡plegaria concedida!”.

¡Porque es “el sentimiento” lo que produce “magia”!,
la dicha anticipada “por lo que ya está aquí”,
y no las oraciones llenas de verborragia,
de frases repetidas tan sólo porque sí…

Por eso…, si es que ruegas, amigo…que no sea
tu ruego una demanda sin fuego y convicción…,
ni una súplica leve…ni una pálida idea…,
¡sino un claro torrente desde tu corazón!

Si quieres que tu vida resulte extraordinaria,
¡decídete a crearte un mágico presente!,
y eleva hacia los cielos la Bendita Plegaria…:
esa que no se reza…, ¡que tan sólo se siente…!