¿Por qué juntas estrellas con tal celo?
¿De qué te sirve hacerlo, camarada?
¿No te parecen bellas en el cielo?
¿No te gustan las noches estrelladas?
Es que en el cielo hay muchas, demasiadas,
y aquí en la Tierra están faltando luces,
y si te suena a idea trasnochada,
eso depende de para qué las uses…
Yo las empleo como poderosos
faros de luz, allí donde hacen falta;
impulsores radiantes, luminosos,
de una conciencia expandida y alta.
Y las ubico en los sitios aquellos
que marcan rumbos en la sociedad,
buscando que al fulgor de sus destellos
nos tratemos con más humanidad.
Las que instalo, por ejemplo, en hospitales,
tocan el corazón de los doctores,
para que actúen esos profesionales,
igual que el jardinero con sus flores.
Y al tratar a sus pacientes con ternura,
sepan que el cuerpo y la emoción se empalman,
y que el dolor externo es quién procura
mostrar que hay antes un dolor del alma…
Las que voy colocando en cada escuela,
cada colegio, cada Universidad,
a los educadores interpelan
si es que están enseñando de verdad.
Porque educar a esos jóvenes seres,
es tratarlos, ante todo, con amor,
y estimular que afloren los saberes
que cada alumno trae en su interior.
Las que dejo en despachos del poder,
llevan al gobernante en cierto modo,
a hacer a un lado al ego, y ejercer
buscando siempre el mayor bien de todos.
Las que sitúo en mezquitas y en templos,
en cada sinagoga, en cada iglesia,
instan a predicar con el ejemplo,
y a salir de las cajas de creencias.
Ellas invitan a los religiosos
a enseñarle muy bien a cada hermano,
que hay sólo un Dios, eterno, bondadoso,
y está en el interior de cada humano.
Y que para lograr la epifanía
de fusionarse con su Luz a diario,
no hace falta ritual alguno hoy día,
y tampoco ningún intermediario.
Sólo es preciso aquietar la mente,
caminar suavemente para adentro,
y de un modo sereno, dulcemente,
fundirte con el centro de tu Centro.
¡Cuánta nobleza la de tu utopía!,
¡qué ideales los tuyos, tan audaces…!:
¿sabes, amigo?…, sueño con el día
en que millones hagan lo que tú haces…
Mi sueño, en cambio, es de otro tenor:
que se vuelva la Vida dulce y bella,
y que al tratarnos todos con amor,
¡ya no haga falta… descolgar estrellas…!