Si tú, cuando te levantas,
muy firmemente te obligas
a quitar de tu cabeza
las ideas negativas,

verás allí claramente
que en todas las ocasiones,
¡eres tú el que decide
qué “ropa” es la que te pones!

Y al ver eso, harás a un lado
tu viejo traje mental,
para ponerte otro traje
que te calce magistral.

“¡Soy grande, soy poderoso,
y de un inmenso valor:
poseo sabiduría,
y en mi corazón, amor!”

Cada palabra que salga
de tu boca al levantarte,
será ahora solamente
la que te haga empoderarte.

Y verás que hablarte a diario
es de verdad cosas seria,
¡al comprobar que es la mente
quien domina a la materia!.

“Lo que en mi mente proyecto
se vuelve real y cierto:
mi pensamiento crea el molde
de eso en lo que me convierto.”

¿Si percibes lo que crees,
o crees lo que percibes?:
tu creencia va primero
forjando lo que recibes.

Y aquello que más te dices
de una manera serial,
es lo que le da soporte
a tu experiencia vital.

Y es simple la explicación
de cómo eso hace tu día:
ello es porque la creencia…
¡es también una energía!

“Tengo una salud perfecta,
¡me siento de maravilla!:
la Luz de mi Alma irradia,
¡y mi cuerpo entero brilla!”

Al alcanzar ese estado
tan luminoso y sereno,
se refrena el tiempo interno,
¡y el cuerpo envejece menos!

Y en el ojo de tu mente
debes ver que ya es así,
mientras te dices las frases
que más te elevan a ti.

“Suelto, laxo, relajado,
dentro mío voy sintiendo
cómo mis células todas
están rejuveneciendo.”

Y siempre en tiempo presente,
viéndolo ya realizado,
sintiendo que está en tu vida
totalmente incorporado.

Esa es la forma en que invocas
tu naturaleza eterna,
¡y las células escuchan
la voz de quien las gobierna!

“Inspiro hondo, muy hondo,
y uso mi imaginación,
y de manera instantánea,
la elevo a mi vibración.”

Lo difícil, al principio,
(¡y tan simple sin embargo!),
es asumir de una vez
¡que eres tú quien está a cargo!

Más si te hablas cada día
con frases firmes y acordes,
ya verás cómo se ensanchan
de tu realidad los bordes.

“¡Mi intención es poderosa,
lo sé, lo creo, lo siento,
y atraigo lo que imagino:
hay magia en mi pensamiento!”

Al ir persistiendo en ello
comprobarás con amor,
que en la imagen del espejo
¡aparece un resplandor!

Y no será que algo extraño
le sucedió a tu apariencia:
¡será que se hace visible
tu nueva luminiscencia!

“Ahora estoy lleno de Luz,
ahora brillo y resplandezco,
porque ahora recibo todo
lo bueno que me merezco!”

Y así, al haber tomado
de tu embarcación el mando,
empiezas a ir por la vida
disfrutando…, disfrutando…