En los amplios corredores
de lo micro y de lo macro,
somos guionistas y actores
de un Eterno Simulacro.

Y la realidad “palpable”,
la que todos los días vemos,
parece inmodificable…
¡sólo porque “lo creemos”!.

Y en ese escenario ampliado
lo que anhelas, ya está en ti,
más para verlo plasmado,
debes “actuar como si…”.

¿Por qué es que el “darlo por hecho”
lo atrae a la realidad?,
¡porque en tu mente no hay trecho
entre ficción y verdad!

El cerebro no distingue
entre un suceso “real”,
y aquél suceso que finges
de manera literal.

¿O en tu boca no originas
saliva con profusión,
cada vez que te imaginas
que masticas un limón?

¿O el que actúa hipnotizado
no ve “algo” inexistente,
si la orden que le han dado
es que lo tiene allí enfrente?

Le halla forma y espesor,
hasta que eso se descrea
cuando el hipnotizador
por fin sus dedos chasquea.

De igual manera tú puedes
fabricar tu sugestión,
envolviéndote en las redes
de una igual fascinación.

¡Vamos, compañero, activa
“tu hipnosis particular”,
copiando la imagen viva
de lo que quieres lograr!.

Mírate lleno de gozo,
tarareando una canción,
mientras un dulce alborozo
se instala en tu corazón.

Finge que nada te falta,
y que actúas, fascinado,
en la frecuencia más alta
que jamás hayas pensado.

Represéntate sonriente,
simula que vas de fiesta,
y aparenta, simplemente
que ya nada te molesta,

que vives con gentileza,
con gracia y facilidad,
y que tu mirada expresa
la pura felicidad.

Y así, tu actitud fingida
recreará una percepción,
que a fuerza de repetida
cambiará tu vibración.

¡Adelante, camarada,
no renuncies a tu anhelo,
que hay una llave dorada
que abre las Puertas del Cielo!.

¡Fabrícate ese tesoro
con el que sueñas despierto,
usando la Regla de Oro:
“fingir… hasta hacerlo cierto”!.