Creador de los Mundos…, Dador de la Vida…,
Padre-Madre eterno…, mi dulce Señor…:
tú…que lo ves todo…, ¡contempla mi herida!,
y dime, buen Padre…: ¿qué es en sí el Amor?

Es que en ocasiones, muy adentro mío,
siento algo profundo…que no sé explicar…:
es tan luminoso…¡que a veces me río…!,
y a veces, en cambio…, ¡me pongo a llorar!

¡Y siento que se unen lo etéreo…y lo denso…,
y lo relativo se vuelve absoluto…,
y extiendo los brazos…y abarco lo inmenso
de la misma forma que lo diminuto!

La gente del pueblo me mira extrañada:
¡dicen que estoy loco…, que alucino mal…!,
cuando ven que río sin que pase nada…,
cuando ven que lloro de un modo casual…

¿¡Cómo les explico que a veces yo siento
un bendito atisbo de tu Vibración…
-un dulce arrebato que dura un momento…,
pero que es eterno para el corazón-…?!

¿¡Cómo les aclaro, Señor, que los amo,
porque en ellos veo reflejos de ti…,
y que sólo anhelo brindarles el ramo
de lo más hermoso que pusiste en mí…?!

¿¡Cómo hago que entiendan que por ti respiro…,
que tú me transportas a lo intemporal…
y que te hallo en todo lo que toco y miro
cuando me acaricia tu luz de cristal…?!

¡Y que quiero entonces volar sobre el mundo…,
vivir repartiendo destellos de sol…,
hacer que reviva cada moribundo…,
y que en cada pecho se encienda un farol…?!

Por eso preciso que Tú, de algún modo,
me des un indicio, mi dulce Señor:
¿será que estoy loco, como dicen todos?
¿Acaso alucino…? ¿O es esto el Amor?