En “El Libro de tu Vida”
has volcado sin medida,
cada cosa acontecida
en tu diario devenir…;
todo está allí…, en tu Gran Obra…:
tu alborozo…, tu zozobra…,
lo que has escrito de sobra…,
y lo que aún falta escribir

Cuando en los atardeceres…,
al terminar tus quehaceres,
rememoras tus ayeres,
lo vas mirando hacia atrás…,
y en las páginas gastadas
de otras épocas pasadas,
desfilan esas jornadas
que no se olvidan jamás…

Y si un pañuelo de seda
sobre tu rostro se queda,
ya que una lágrima rueda
sobre algún que otro renglón…,
es que lo que vibra en ellos
titila con mil destellos,
¡porque a tus escritos bellos
te los dictó el corazón!

Pero…¿sabes?…, lo importante,
es que hoy…, en este instante,
en tu hoja allí adelante,
vuelques tu mejor matiz:
que hagas a un lado la bruma…,
-que sepas que es sólo espuma…-,
¡que corra libre tu pluma,
y que se exprese feliz!

Y aquellas hojas en blanco,
-esas del intacto flanco-,
las que esperan “en el banco”
que las llames “a jugar”…,
son tus futuros latentes
que en el “Eterno Presente”
van aguardando, -silentes-,
a cuál eliges llamar…

¿Qué harás allí, con tu historia?
¿Descartarás la memoria,
y emprenderás con euforia
un guión lleno de idealismo?
¿O repetirás, cansado,
-con un gesto aletargado-,
los párrafos ya gastados…
y será “más de lo mismo”…?

¡Es tu vida quien se aloja
en la faz de cada hoja!:
tu alegría…, tu congoja…,
y tu sed de lo Infinito…
Y hoy que vi que tu mirada
le estaba echando una hojeada…,
te pregunto, camarada:
¿te gusta lo que has escrito…?