Si percibes que tu vida es penosa, triste y dura,
y has encerrado tus sueños en algún viejo baúl,
porque al mirar hacia arriba sólo ves nubes oscuras,
te has olvidado, mi amigo…, ¡que el cielo siempre es azul!

Y esas nubes que contemplas con ánimo lastimero,
aunque te cueste creerlo, ¡no están allí por azar!:
antes de estar allá afuera, ¡tú las planeaste primero!,
para tener, aquí abajo, “arcilla para moldear”.

A eso que llamas “destino”, lo trazaste previamente,
de manera detallada, minuciosa y definida,
y una vez aquí encarnado, se despliega suavemente,
bajo el disfraz silencioso de tus “lecciones de vida”.

Captar que lo que te pasa es tan sólo aprendizaje,
y que no es ningún “castigo” lo que te sucede aquí,
y que tú lo has elegido al planificar tu viaje,
hace que algo se acomode muy por adentro de ti.

Pasas a mirar los hechos desde otro punto de vista,
con aceptación serena y comprensión renovada,
y no puede haber entonces ya nada que se resista
a la lumbre cegadora de una visión aumentada.

Una placidez extraña discurre tras bambalinas
al saber que todo pasa por una exacta razón,
y es como si descorrieras de repente las cortinas
que te estaban impidiendo una ampliada percepción.

Y allí das un paso más: comprendes que ese “destino”,
no era fijo ni inmutable: era “propensión”, “tendencia”,
pero que puedes, si quieres, usar tu libre albedrío,
y elegir otro camino para crecer en conciencia.

Y entonces se te hace claro que no existen “nubes malas”,
y puedes hacer con ellas lo que elija tu intención:
transformar una serpiente en un dulce par de alas,
o trocar en un conejo aquél temible dragón.

Tu sabiduría innata -tu verdadero poder-,
te irá mostrando de a poco, mes tras mes y día tras día,
que a partir de que tú eliges otra forma de crecer,
no aprendes más del dolor: ¡aprendes de la alegría!

Y sabrás que cada herida tuvo justificación,
y verás el hilo de oro de tu trama espiritual,
y escucharás que te dice tu amoroso corazón:
“esta vida es sólo un día de la Vida Universal”.

Tenlo presente, mi amigo, si es que acaso estás penando,
y sientes que la Existencia te cubre de un denso tul:
son sólo nubes viajeras esas que estás contemplando,
porque detrás de ese manto…, ¡el cielo siempre es azul!.