Cuando planeas una meta
con mucha dedicación,
pero dudas de lograrla,
¡tu duda ya es su extinción!

Porque es tu propia creencia
la que la impulsa o la frena,
y si hay en ti desconfianza
será inútil la faena.

En la cósmica plantilla
caerá tu objetivo en vano,
pues la duda, a la certeza
¡es lo que el frío al verano!

Y el potencial que podía
haber estado asomando,
se dice para sí mismo:
“no hay nadie que esté llamando…”

¡Es que edificaste usando
una mezcla que no fragua!:
tiene cal y tiene arena,
¡pero no agregaste agua!

Y cuando hay incertidumbre
neutralizando tu andar,
lo que pudo ir a tu encuentro,
¡ya no te puede encontrar!

Y esa es la “espera pasiva”,
la de esperar “porque sí”,
pero en la “espera activada”
¡las cosas no son así!

En esta clase de espera
tú tienes un rol mayor:
el de verlo “ya plasmado”,
con forma, peso y color.

En tu mentalización
lo ves tan nítidamente,
¡que parece “estar afuera”
lo que está solo en tu mente!

Y en tu certeza absoluta,
tu convicción visceral,
tu convencimiento inmenso,
y tu confianza total,

no es que tan solo “lo miras”:
lo “sientes” ya realizado,
e incluso lo saboreas
en tu gozo anticipado.

Y en el cuántico entramado
de potenciales vibrando,
ahora ese alza la cabeza
y dice: “¡me están llamando!”

Y cuanto más visualizas,
más pronto hacia ti es que viene,
porque sin lugar a dudas,
“eso esperas, ¡eso obtienes!”

Así es como crea La Fuente
en su Divino Derecho:
no precisa de otra cosa,
lo ve hecho, ¡y ya está hecho!

Y a ti, como parte de Ella
se te ha dado el mismo don,
¡porque tú eres el pincel
con que pinta la Creación!

Por eso, mi buen amigo,
te lo pido por favor:
asume que de tu vida
¡solo tú eres el Creador!