¿Cómo es que pasa a ser diamante,
aquello que antes era un carbón?
Tú ya lo sabes: se necesita
únicamente tiempo… y presión.

¡También nosotros somos carbón,
y ser diamantes es nuestro sino!,
y la presión es ese yunque
donde templamos nuestro destino:

dificultades por todos lados,
desequilibrios por resolver,
las emociones muy irritables
y mil cuestiones por trascender.

¡Y claro, amigo!: vivir es duro,
pues como almas en expansión,
hicimos planes en la “entre vidas”
para elevarnos con la presión.

Y es que a esta Escuela de Madre-Tierra
has regresado para evocar,
como era aquello que “antes” sabías:
la simple ciencia de “transmutar”.

Dos vibraciones que son opuestas
no hallan el modo de coexistir:
si en ti hay pureza, no tiene chance
ninguna sombra de subsistir.

Cuando no engañas, y no reaccionas,
y ya no mientes ni chismoseas,
tus emociones se purifican
y a tus frecuencias las alineas.

Y si tus actos son impecables
y lo que dices es lo que haces,
tu vibración vuela muy alto
y tus acciones son eficaces.

¿Lo ves mi amigo? ¡No es “moralina”:
vale la pena proceder bien!,
pues si tus pautas son intachables,
va por los cielos tu hermoso tren.

Y si asimismo como “familia”
bregamos juntos en comunión,
capacidades nuevas afloran
que a cada tema dan solución.

Se nos activan chakras latentes
que nos conectan con lo “no dual”,
y así este plano, muy suavemente,
pasa a ser multidimensional.

¡De ti depende que este proceso
marche despacio, o sea veloz!,
pues si te crees sin relevancia,
te has olvidado que en ti está Dios.

Y si pensases: “mi luz es poca,
mi tenue brillo ni deja estela”,
pues sabe, amigo, que te equivocas,
porque en lo oscuro… ¡basta una vela!.