Ya no digas que no,
que eso no es para ti,
que la vida feliz
nunca te funcionó:
nada te puede herir
ni te puede dañar,
si es que aún puedes cantar,
si es que aún puedes reír…
Si a ese estado de ser
en que te sientes mal
y hallas todo fatal
y no sabes que hacer,
lo ves como ilusión,
una falla casual,
un desliz temporal
de tu actual percepción,
una forma de actuar
automática en ti,
un programa pueril
al que puedes soltar,
sentirás que sufrir
ya no es más una opción
porque tu corazón
no se quiere rendir:
sólo quiere gozar
con cada amanecer,
por la hierba correr,
como un niño jugar,
y en un cántaro azul
las estrellas guardar,
y ponerse a volar
con sus alas de luz…
Ya no digas que no,
y si va a diluviar,
prepárate a bailar
bajo del chaparrón,
y al danzar con el son
de la lluvia, feliz,
te echarás a reír
sin ninguna razón…
Ya no digas que no…
¡Ya no digas que no…!