Vivir sin juicios…, ¿será mucho candor?
¿Se podrá ir por la vida sin juzgar…,
sin ir fallando en contra o a favor,
sin sentenciar y sin dictaminar…?

Cuando no juzgas te quitas una venda,
y te alegra del mundo lo variado,
y si el de al lado va por otra senda,
¡ya no lo catalogas de extraviado!

Vivir sin juicios…, aceptando al otro,
sólo viendo su bello corazón,
y percibiendo en su divino rostro
que es un Ángel Humano en construcción…

Cuando no juzgas, te pones en los pies
de la persona aquella con que te hallas,
y tu mirada es dulce porque ves
que también ella libra sus batallas…

Vivir sin juicios… es hallar las flores
entre los yerros que el otro cometió,
y decirte: “pues sí, comete errores…,
exactamente como lo hago yo…”.

Cuando no juzgas, empieza en ti a surgir
la compasión en su acepción más pura,
porque en las playas del gentil vivir,
quien dice compasión, dice ternura…

Vivir sin juicios…, sin discriminaciones…,
incluso comprendiendo a aquél que es cruel,
porque en la rueda de las encarnaciones,
tal vez tú antes lo lastimaste a él.

Cuando no juzgas, se sonríe el alma,
hace silencio el crítico interior,
y en ese espacio de callada calma,
puede pintar sus trazos el amor.

Y te digo que el día está cercano
-se ven por todas partes los indicios-,
en el que en cada ser, habrá un hermano,
porque aprendimos… a vivir sin juicios…