Un Maestro es aquél, -tan común y corriente-,
que desapercibido camina entre la gente,
sin creerse más bueno…, más sabio…, o superior…:
¡no necesita nunca del reconocimiento,
para marchar tranquilo, pertinaz en su intento
de vivir irradiando vibraciones de amor…!

Y porque no desea ningún protagonismo,
se mantiene distante…, siempre fiel a si mismo…,
como un claro vigía…centinela de luz…;
¡pero su mansedumbre siempre te descoloca,
y su dulce energía llega hasta ti… y te toca,
aliviando en silencio la carga de tu cruz…!

Un Maestro comprende a todo aquel que duda,
y sabe de que modo puede darle una ayuda,
acercándole, acaso, algo de claridad…
Pero también discierne –con criterio atinado-
¡que a veces simplemente mantenerse callado,
es la mejor manera de ayudar en verdad…!

No pretende tener respuesta para todo…,
y va sencillamente…transitando a su modo…:
¡sabe que no es perfecto…y que nadie lo es!
No marcha por la vida brindando soluciones:
¡piensa que cada uno debe labrar sus dones,
y pararse por fin, sobre sus propios pies…!

Un Maestro se apena con el dolor ajeno,
aunque sabe muy bien que es un fértil terreno,
para que en el que sufre, …surja la comprensión…:
(¡muchas veces aquello que pareciera injusto,
es, sin lugar a dudas, el mecanismo justo,
para abrir un muy duro…, cerrado corazón…!)

Pero de todos modos, con su sola presencia,
transmite ese consuelo, -de elevada frecuencia-,
que nos dice que todo tiene razón de ser…
Y no precisa nada…¡tan sólo su sonrisa…!
-y ese fulgor dorado que se va con la brisa-,
para ir modificando nuestro modo de ver…

Un Maestro no enjuicia…, no juzga…, no critica…;
no “evangeliza” a nadie…y tampoco “predica”…,
y ve todas las cosas, así…¡tal como son!:
su visión objetiva y desapasionada,
le hace abarcarlo todo de una sola mirada…,
¡y es casi involuntaria su aguda percepción…!

No busca, -ni precisa-, validación externa:
le basta con seguir su orientación interna…
¡esa que desde siempre susurra en su interior!…,
y no siente impaciencia…ni apuro…ni ansiedad…:
¡sabe muy bien que tiene toda la eternidad,
para ir desenvolviendo su regalo de amor…!

¡De ti es que estoy hablando…, compañero de viaje…!,
que has soltado las cargas de un pesado equipaje,
y vas vibrando alto…en cada hora del día…:
¡Dejame que hoy eleve mi copa, buen amigo!
¡Quiero en este momento brindar aquí, contigo…!:
¡por tu luz…!, ¡por tu amor…!, ¡por tu clara Maestría…!