Cada pequeño tirano
que en tu vida te molesta,
¡no llegó de contramano
para “arruinarte la fiesta”!

Es tu alma la que dispuso
-por tu propia evolución-,
que te trajera ese “intruso”
el fuego de la fricción.

¿Cómo pulir lo “imperfecto”
que te sigue adónde vas,
-las sombras de otros contextos
que no te dejan en paz-,

si no encontrases “villanos”
que pongan en evidencia,
esos registros lejanos
que te apartan de tu esencia?

Disfrazados de vecinos,
de familiares, o jefes,
¡te embrollan los remolinos
de sus tejes y manejes!

Y cuando por fin estallas
en un rapto de impaciencia,
¡allí puedes ver las fallas
que te nublan la conciencia!

Pues tu reacción visceral
de frustración y de rabia,
te está mostrando al final
-de una manera muy sabia-,

que absorbiste esa energía
porque “resonó” contigo…,
¡y es que “algo” de ella, ya había
en tu vibración, mi amigo…!

El otro, en su fatuidad,
y con su trato incorrecto,
¡te da la oportunidad
de ver en ti esos defectos!

Pero cada vez que pagas
mezquindad con mezquindad,
una luz en ti se apaga…
¡y abrazas la oscuridad…!

Más si al verte reflejado
en la sombra de ese espejo,
no resulta de tu agrado
lo que te muestra el reflejo,

puedes usar esa cuita
a manera de escalón,
en la escalera infinita
de tu propia evolución…

Dejas entonces, de pronto,
de verlo como “un castigo”,
y entiendes que él, en el fondo,
¡nunca ha sido “tu enemigo”!

Y asumes que ese “villano”
que te sacaba de quicio,
¡era tan sólo un hermano
que te brindaba un servicio!

Ves entonces la importancia
de ese “cruce de caminos”,
¡y es que no hay ninguna instancia
que sea “casual” en tu sino!

Porque aquello, compañero,
que ese “encuentro” te brindó,
¡ha llegado a tu sendero
como tu alma lo planeó!

Y también en ese instante
empiezas a comprender,
¡que nadie puede afectarte
si tu no le das poder!

¡Y le agradeces a aquél
que consintió -en otro plano-,
desempeñar el papel
de tu “pequeño tirano”…!