Llaman “antófilo” a quien ama las flores,
¡pero qué importa un nombre así de “peculiar”!,
si lo trascendental son sus fulgores,
y los aromas para disfrutar.
Y es que ellas representan la alabanza,
la belleza, la alegría y el color,
y la renovación y la esperanza,
y la pureza misma en su fulgor.
Alzan el ánimo, reducen el estrés,
conmemoran a los seres ya idos,
y sea donde sea que las ves,
elevan suavemente los sentidos.
En cuanto a sus pigmentos, ¡qué delirio!:
con su bello lenguaje “no verbal”,
estimulan o calman, cual colirios
que nos sanan la vista espiritual.
Y si las rosas rojas “el amor” auguran,
las rosadas, transmiten “juventud”,
las amarillas, “cariños que duran”,
y las azules, “armonía” y “quietud”.
La orquídea representa “la elegancia”,
y el tulipán “afecto sin dudar”,
el lirio junta “amistad y prestancia”,
y el girasol, ¡es “un imán solar”!
Y tú, gran jardinero/jardinera,
que así les hablas con suavidad y ternura,
les haces un favor a tu manera,
¡pues ellas SÍ perciben tu dulzura!
Y al ser tu adoración pura y sincera,
(aún sabiendo que su aroma no es eterno),
las disfrutas con gozo en primavera…,
y las mimas también… ¡en el invierno!
¡Y sé cómo las riegas, con qué agrado
para cuidar el brillo en cada flor!,
sumando al fósforo y potasio echado,
el nutriente más puro… ¡el de tu Amor!
¡Pero escúchame bien!: en tu jardín
el capullo más valioso del menú,
por tanta entrega, del principio al fin,
sin asomo de dudas…¡eres tú!

Bendecido día ,amigo Jorge que belleza
Celebro que te agrade, amigo/a… Gracias por tu visita…, y que andes mucho más que bien!