¡Yo lo sé, muchacha!… Sin ser adivino,
conozco tu asombro de cada mañana,
cuando ese jilguero desgrana sus trinos…
¡siempre “casualmente” junto a tu ventana…!

Y también conozco de tu sentimiento
cuando en el jardín, buscás relajarte…,
y en las tardes claras –sin nada de viento-,
¡las flores se mecen para saludarte!

Y sé que quien sufre, si pasa a tu lado,
siente más liviana de pronto su cruz…,
y que su calvario se ve mitigado,
por ese consuelo que irradia tu luz…

Dirán los que saben que eso es “sincronía”,
¡concordancia de hechos que se dan así!,
…pero yo te digo que es la melodía
de un aura divina que emana de ti…

¡Si…! ¡Ya sé, muchacha…! ¡Ya sé que prefieres
que no se conozca tu vida interior!,
…aunque es muy difícil eso que tu quieres…
¡porque tu mirada va obsequiando amor…!

…y tus gestos suaves…, tu sonrisa leve…,
tus ojos que indagan en el más allá…,
revelan de a ratos, en chispazos breves,
a un alma exquisita que viene y que va…

¡Pero no te inquietes…!, porque te prometo,
que esto que te expreso queda entre los dos…,
¡seguirá guardado tu dulce secreto! :
¡no le diré a nadie…que has hallado a Dios…!