Tu búsqueda divina la emprendiste
a partir de ese momento tan crucial,
en que mirando al mundo te dijiste:
“¡esto no es todo lo que hay…!”

En ese instante mágico y profundo
-que fue a la vez eterno…y fue fugaz…-,
te repetías, al mirar al mundo:
“¡seguramente hay algo más…”

Y el corazón de a poco se fue abriendo…
y el Universo se te desplegó,
feliz y agradecido…, como diciendo:
“¡esto será entre vos y yo…!”

Y te contó que Dios no está en lo externo,
porque no hay ni un ¨aquí¨…ni hay un ¨allí¨…:
¡que está vibrando –con su gozo eterno-,
en cada célula de ti…!

Y te mostró que vos sos el que crea
tu propio mapa de la realidad,
y lo vas decorando con tu Idea
-lo que elegís como verdad-…

Y fue desempolvando, en su movida,
la letra principal de su Alfabeto…,
al contarte el secreto de la Vida:
¡que la Vida no tiene secretos…!

¡Que siempre ha sido igual de transparente…!
¡Que siempre ha revelado su Canción…!
Y que ella se hace clara y evidente…
¡cuando se escucha con el corazón…!