Cada vez que el viento de las circunstancias
golpee a tu puerta con crudo desdén,
decite a vos mismo: “¡no tiene importancia!…
¡Yo se en lo profundo que todo está bien…!”

¡Los árboles nunca crecen hasta el cielo!,
y eso que hoy te duele…pasará también…,
por eso en el medio de tu desconsuelo,
¡volvé a recordarte que todo está bien…!

Penas y alegrías se alternan con prisa,
en lo que aparenta ser loco vaivén…,
y aunque no comprendas lo que trae la brisa,
¡continuá confiando que todo está bien…!

Y si la tristeza te envuelve en su manto
-como al que se queda solo en el andén-,
aunque no lo entiendas…y en medio del llanto…,
¡seguí recordando que todo está bien…!

¡Todos son peldaños en tu aprendizaje!
¡Son cambios de vía mientras marcha el tren! :
por eso en las noches en que es duro el viaje…,
¡tu alma te susurra que todo está bien…!

Y cuando al fin puedas desplegar tus alas,
y halles dentro tuyo la luz del Edén,
sabrás que aún las cosas que parecen malas,
son siempre perfectas… ¡y todo está bien…!