Tu percepción -que viene de milenios-,
te dice que sufrir es “lo normal”,
pues tienes que limpiar viejos patrones
de una antigua energía residual.

Y debes compensar “saldos pendientes”
para poder borrar así tu karma,
y tienes que pagar por cada yerro,
porque tan sólo eso lo desarma.

Y eso era cierto en la vieja energía,
pero ya no se aplica hoy en la nueva:
ahora puedes botar todo lo oscuro,
lo que no ayuda, lo que no te eleva.

Abandónalo al fin a ese equipaje
con su carga de cosas obsoletas,
que en esta vibración fresca y flamante
no le sirven a nadie tus maletas.

¡Suéltalo al karma!, ¡deja que se marche!,
y empuña tú de tu existencia el mando,
y ve por los senderos que te plazcan
en lugar de quedarte allí mirando.

Cuando lo haces, toda tu vida cambia:
sueltas tu viejo rol con desapego,
y es muy probable que los demás no entiendan
por qué ya no los sigues en sus juegos.

No captan que has tomado tú el control,
y otro rompecabeza en ti se arma,
y es que para lo antiguo no hay cabida
cuando se empieza a diluir el karma.

Los viejos paradigmas de tu akasha,
se desvanecen ante tu Intención…,
¡porque ella es pura, y por eso mismo,
desmantela cualquier programación!

Desaparece suavemente aquello
que una vez y otra vez te sucedía,
y se abren tus portales a experiencias
que se parecen mucho a epifanías.

Y empiezas a sentirte “sin edad”,
y tu vida comienza a prolongarse,
pues los telómeros en tu ADN,
se expanden en lugar de recortarse.

Y ves, con cada átomo del Ser,
que el sufrimiento es invención humana,
pues Lo Divino en ti sólo percibe
el gozo de vivir cada mañana.

Y te enrumbas a hacer lo que deseas,
sin preguntarle a nadie ya jamás,
y van surgiendo sincronicidades
cualquiera sea la senda en la que estás.

Y al ver que llega a ti lo que precisas
en el momento justo y adecuado,
en ese exacto instante, compañero,
sabes por fin que al karma… ¡lo has soltado!