Poesía, Video

Si una nube allí estacionada
te causa un poquitín de malestar,
¿le agradeces al viento, camarada,
cuando al soplarla, lo deja al sol pasar?

Imagina que esa brisa no aparezca,
y que esa mancha oscura quede fija,
y aquí abajo la luz se desvanezca
y lo grisáceo nuestra vida rija.

¡Qué tristeza sin fin, qué pesadumbre
vivir de pronto sin más resplandor,
y qué manera de extrañar la lumbre
del Astro Rey en su eterno fulgor!

Pero de pronto… ¡otro empujón ventoso!,
y el sol vuelve a alumbrar nuestra existencia,
¡y se estremece el corazón de gozo
ante el poder de su magnificencia!!

Y si ello es así, de esa manera,
pues te alboroza que la nube se vaya,
y el sol pinte otra vez tu vida entera
sin la barrera de una gris pantalla…,

entonces, dime tú, ¿por qué te amargan
a menudo pequeñas nimiedades,
que con sus nubes a tu paz la embargan
y te sumergen en sus oscuridades?

¿No intuyes que a ti mismo te ensombreces
con esa forma de no comprender
que es tu Intención la brisa que las mece,
las sopla lejos… o las deja ser…?

¡Ahhh, que bueno si allí rememoraras
que ese Poder que tienes, ¡es notorio!,
y a cada nube entonces desplazaras
utilizando un simple recordatorio.

¿Y sabes tú cuál es el más valioso,
el que quita los grises de un plumazo,
y que te proporciona alivio y gozo?:
el recordar que aquí… ¡estás de paso!

Mirar la vida como un escalón
en un aprendizaje interminable,
nos hace ver en cada encarnación
¡que el cuerpo es solo un traje descartable!

Y al ver lo temporario de este plano
tú le sonríes a la fugacidad,
y más aún, la tomas de la mano,
y le dices “¡Yo Soy Eternidad!”.

Así al sentir por dentro y comprender
que toda nube es itinerante,
asumes que tú tienes el poder
¡de convertir lo gris en sol radiante…!

Y surge allí tu más hermoso verso,
-el que te llena el Alma de alegría-,
porque a la Sinfonía del Universo,
le habrás sumado al fin… ¡tu melodía!