Si es que acaso en tu trayecto
vacilara tu noción
de lo íntegro y correcto,
¿a quién pides opinión?
¿A quién buscas, compañero
en ese instante crucial,
en que no hallas el certero
sentido de “lo cabal”?
No hay un consejo más sabio
en tal crítica ocasión,
que el que surge de los labios
de tu propio corazón.
Él sabe cómo llevarte
a una visión elevada,
porque es él el estandarte
de una vida iluminada.
Cuando a escucharlo te inclinas,
tu mirada vuela alto,
sin importar si caminas
por el barro…, o el asfalto…
Y sabes, sin duda alguna,
con precisión singular,
en cada instancia oportuna
qué decir y cómo actuar.
Y es que él en ti, claramente
activa lo suprahumano,
y te lleva a que contemples
lo Divino en cada hermano.
Y al dejar que la belleza
de tu propia luz irradie,
la asumes a tu grandeza
sin consultarlo con nadie.