Dicen los sabios
que es un Gran Portal,
nuestra pequeña
glándula pineal,

y que elevando
nuestra vibración,
se abre el cerrojo
de la percepción.

Dicen que entonces
todo se hace lento,
y de un encanto
que corta el aliento.

Y que hasta el aire
cobra claridad,
y en los colores
hay vitalidad,

y que ello dista
de un mirar “normal”,
como una foto,
del hecho real.

Y pareciera
que así debe ser,
¡porque hallo tonos
nuevos por doquier!

Es increíble
pero es verdad:
¡en los colores
hay profundidad!.

En el azul,
y el bermellón,
brillan pigmentos
de otra dimensión.

Y en el limón,
y el verde mar,
tiemblan reflejos
que no sé explicar.

Veo el brillar
de una canción,
pero también
el titilar del om…

Y un festival
parece arder,
en la cerilla
que intento encender.

Será que sí…,
será que no…,
será que acaso
me lo invento yo…

Me siento igual
que un ciego que
nunca vio nada
y de repente ve…

Pero ahora sé:
¡tenían razón!,
los que así hablaban
de la percepción.

Hay otros mundos
tras el mundo usual,
cuando miramos
desde la pineal.

Y hay tal belleza
en lo contemplado,
que uno se queda
mudo y deslumbrado,

agradeciendo
como de rodillas,
que lo rodee
tanta maravilla.

Y ahora del sol
viaja hasta aquí,
un oro intenso
con tintes rubí.

Y en los demás
alcanzo a ver,
los mil matices
del atardecer.

La gota cae
con levedad,
como un pigmento
de la inmensidad,

y hasta el ondear
del río aquél,
irradia tonos
de color pastel.

En su esplendor
con dulce afán,
las mariposas
de arco iris van.

Y hay un festín
multicolor:
¡la primavera
en una flor!

No sé si está
lo bello allí,
o estaba ya
dentro de mí.

Pero es total
mi convicción:
hay un Portal
y está en la Percepción.