En este largo viaje que es la vida, compañeros, hemos sido “entrenados” desde bebés, a verlo todo en forma ¨lineal¨…, y a descartar todo aquello que escape a esos parámetros.

Y estamos tan ¨acostumbrados¨ a esa clase de visión, que no nos damos cuenta de cómo ella limita nuestra percepción de la realidad…

¡Por eso es tan importante poder flexibilizar y expandir nuestros puntos de vista!

Y este pequeño cuentito puede servir para graficar mejor el concepto :

Estaban los dos amigos, Juan y Luís, en el bar de siempre…, en la mesa de siempre…, con los temas de siempre…

Entra un amigo de ambos, Raúl –todos ellos se conocen desde la escuela-, y sentándose sobre una silla, les comenta :

– ¡“Ya lo tengo decidido, muchachos! ¡Voy a expandirme…! ¡Kiosco “Raulito” se agranda…! Ya estuve viendo dos localcitos en la misma manzana en que tengo el kiosco: uno está en la calle de atrás, Arancibia, al lado de una escuela… :¡venta de golosinas asegurada!…; y el otro está a la vuelta, sobre Bulnes, pegado al hospital : ¡gaseosas y sándwiches para todo el mundo…!
Como ya conozco bien el barrio y su gente…, y el tema de los proveedores…, las reglamentaciones municipales…, y estarían los tres a un paso entre sí…¡es difícil que me vaya mal…! ¡creo que me lanzo…!”

Juan, (el típico porteño canchero que “se las sabe todas”), le contesta :

– “¡Raulito…, Raulito…! ¡pensalo bien, amigo…! ¡parece un poco disparatado…! ¡No es lo mismo uno, que tres…! Vas a tener que tomar empleados…¡Vas a correr de un lado al otro…! ¡La veo difícil, nene…! ¡Te vas a complicar la vida…!!!”

En ese momento llega al bar otro amigo ¨de siempre¨, Pedro, que lleno de excitación, aún antes de haberse sentado, ya empieza a contarles entusiasmado:

– “¡Ya firmé los contratos, muchachos…! ¡Me voy para arriba! ¡Sedería “La Primera” se extiende por Buenos Aires! : una sucursal en Palermo…, y otra en Caballito! La casa central sigue en Balvanera, como siempre… ¡Voy a llenar de confecciones finas la ciudad…! ¡Ah…! ¡Estoy tan embalado…!”

Y allí, Juan (el canchero), lo corta con su tonito admonitorio:

– “¡Guarda, Pedrito, guarda…! ¡Bajá un cambio, hermano…! ¡La excitación no es buena consejera…!
¡Reflexioná un poco, nene…! ¡…tres negocios tan distantes entre sí…!!! Y con los problemas de tránsito que tiene la ciudad…! Si, ya sé…me vas a decir que es el mismo rubro…las misma reglamentaciones…¡pero igual es descabellado, Pedrito…!
¡Si me dijeras tres locales en la misma manzana…, bueno…ahí podría ser…tenés todo a mano…! (y al escuchar esto, Raúl –el de los kiosquitos-, no pudo dejar de mirarlo lleno de asombro)…
¡Pero Balvanera…Caballito…y Palermo…! ¡No te quiero pinchar el globo…, pero no me cierra, Pedrito, no me cierra…!

En ese instante, entra un compañero de la infancia de todos ellos, Diego, quien dejándose caer pesadamente sobre una silla, exclama exhausto:

– “¡Estoy agotado…! ¡Qué trabajo coordinarlo todo, por Dios! ¡Pero ya está! Vengo de la provincia de Mendoza, donde ya señé la finca viñatera…; antes de ayer estuve en la de Río Negro, y terminé con la compra de la granja frutícola…, y ayer solucioné un problemita con el campo de la provincia de Santa Fé, que hace un montón que no llueve y se me cayó el sistema de riego artificial…”

Juan, en su silla, se revolvía de inquietud y asombro, hasta que no pudo con su genio, y le espetó sin miramientos:

– “¡Qué estás diciendo, Dieguito!!! ¡Al campo de Santa Fé le agregaste dos explotaciones más…en provincias diferentes…y con plantaciones distintas…!!! ¡¡¡Vos te volviste loco, hermano!!!
¡¿Sabés lo que es tener que dominar las legislaciones propias de tres provincias…, los “secretos” de tres producciones tan disímiles como viñedos, cereales, y manzanas…; viajar de una punta a la otra del país todo el tiempo…??!!
¡Te hizo mal el sol de las pampas, nene…! …¡Si fueran tres negocios en la misma ciudad…vaya y pase…, podría llegar a entenderse…; de un modo u otro, los terminás piloteando : ¡están en la misma ciudad…!!! ¡¡¿¿Pero “esto”…, querido mío…??!!!”

(A esta altura, Raúl –el kiosquero ¨en expansión¨- ¡lo miraba a Juan con los ojos fijos, casi desorbitados, como perforándolo con la mirada…!!! ).

Estaban ya por retirarse todos del bar, cuando aparece un último amigo del grupo, José, y sentándose con ellos, les dice con cara de preocupación:

-“¡Estoy un poco intranquilo, muchachos…! Espero no haberme ¨pasado de rosca” con esto de ¨pensar en grande¨… Les cuento : ustedes saben que manejo mi fábrica de autopartes, allí, en Pilar…, y que me va muy bien… :¡ya estamos exportando a doce países!
Pero resulta que me tentaron con un ofrecimiento en Venezuela, para fabricar allí molinos eólicos, los de viento,… y después de estudiar el tema y asesorarme bien, como lo ví con mucho futuro…¡acepté! Y hace unos días cerré la compra de un aserradero gigante en Brasil, que exporta maderas a la Eurozona… Se imaginarán, amigos míos… : ¡tengo la cabeza a míl…!!!”

Antes de haber terminado la última frase, ya Juan estaba saltando de su silla como un resorte:
– “¡¡Ah…,no…!!! ¡¡¡Yo me voy!!! ¡¡¡Esto es demasiado para mí!!! (dice gritando mientras hace el amague de dejar el bar ) ; ¡¡Esto es la locura total, José…!!! ¡¡¡Tres fábricas distintas… tres países diferentes…tres legislaciones disímiles…!!! ¡¡¡Lidiar con tres monedas…, con tres sindicatos…, con tres gobiernos…!!! ¡¡¡Traigan oxígeno, muchachos, que me desmayo…!!!
Si me dijeras tres empresas en nuestro país…¡Bueno!…¡que me importa que estén al norte, al sur y al oeste…! ¡Que me importa a que se dedica cada una…! ¡pero es el mismo país, muchachos!…¡la misma ley, la misma moneda, la misma Central obrera, el mismo gobierno, las mismas costumbres…!
¡Todo nuestro!!!”

En este punto, Raúl, el calmado Raúl, el que apenas soñaba con tres kiosquitos…, ya no pudo contener más su indignación…y le “tiró” por la cabeza a Juan :

– “¡¡¡Juan!!! ¡…el que acaba de decir esto…! ¡¡¿¿es el mísmo Juan que hace veinte minutos me decía que…¨…era disparatado…¨ ; que ¨…la veía difícil…¨; que me iba ¨… a complicar la vida…¨ ¡¡¡por poner tres kiosquitos en la misma manzana…??!!!”

Juan tragó saliva…; se quedó unos segundos en silencio –como buscando algún conejo ¨salvador¨ en su galera de ¨sabelotodo¨…- , y en una reacción típica del ¨canchero¨ que nunca va a dar el brazo a torcer, masculló sobradoramente:

– “¿Sabés que pasa, papá…? ¡No sé si me vas a entender, nene…! ¡Por ahí lo que te voy a decir, es la primera vez que lo escuchás…! ¡Pero oíme bien, querido…! Lo que pasa… es que en la vida, ¿viste…? ¡Todo es cuestión de perspectiva!!!

FIN

Más allá del tono zumbón…¿captan el punto, compañeros…?

Cuando empezamos a observar el panorama desde el alto mirador de una perspectiva amplificada…, de lo primero que nos damos cuenta es que esas situaciones que ¨allí abajo¨ se nos presentaban como problemáticas…¡vistas desde ¨arriba¨ dejaron de serlo…!

Porque respondían sólo a sistemas de creencias limitados y obsoletos…¡eran ¨creaciones¨ propias de la mirada corta y densa de la percepción tridimensional ! ( “¡las ¨telarañas¨ en tu mente”!).

Pero uno de los dones que nos aporta el “vibrar alto”, es justamente el de una mirada ¨multifocal¨ :
al empezar a ver las cosas desde distintos y elevados ángulos, obtenemos panorámicas cada vez más amplias, más abarcativas, más totalizadoras (“los tres negocios de distintos rubros en tres países diferentes”)…

Y abandonamos entonces las restricciones de la perspectiva pequeñita y ¨a ras del suelo¨ (“tres kiosquitos en la misma manzana”).

Vámos dándonos permiso para empezar a experimentar ¨las cosas invisibles¨…; para suspender los prejuicios de la ¨cajita tridimensional¨…; para dar los primeros tímidos pasos sobre el puente cuántico entre las dimensiones…y avanzar hacia allí…hacia el reino de todas las posibilidades…

Y es como si el alma, plenamente conciente de su poder para disolver esos viejos sistemas de creencias restrictivos y sofocantes, nos dijera llena de entusiasmo… ; “¡vamos por más…! ¿por qué no…?”…; y una vez alcanzado el nivel siguiente, repitiera la consigna…y así sucesivamente…

Y entonces…montados en las alas de la percepción plena…, podemos llegar a descubrir por nosotros mismos, compañeros…¡que ni siquiera “el cielo es el límite…”!