¡Qué bueno, camarada del camino,
que compartamos juntos este tramo!,
mas para que el disfrute sea genuino,
te quisiera pedir, mientras andamos:

no te quedes atrás…, que me retraso…;
no vayas muy delante…, que te pierdo…;
caminemos los dos al mismo paso…:
ni muy veloz…, ni demasiado lerdo…

No perdamos de vista, camarada,
que no hay dónde llegar, cómo ni cuándo:
el sendero en sí mismo es “la llegada”…,
¡y el único objetivo es ir andando…!

Y algunas veces, tú serás mi guía…,
y algunas veces, tu guía seré yo…,
porque es indicio de sabiduría
intercambiar el rol que nos tocó.

Tú aprenderás de mi conocimiento…,
y yo me nutriré de tu experiencia…:
¡cuanto más se comparte el crecimiento,
más rápido se expande la conciencia…!

Y si flaqueo, tú serás mi sostén…;
y si flaqueas, yo seré tu puntal…,
¡porque en la vida siempre viene bien
contar con alguien…, cuando estamos mal…!

Y a lo mejor, mirando algún poniente
con su mezcla de oro y carmesí,
sintamos en el alma, de repente,
esa magia que nace porque sí…

Y en el misterio de un instante arcano
tal vez rocemos otra dimensión,
cuando un sentir que viene de otro plano
nos eleve a los dos el corazón…

Y si por esas cosas de la vida
en un cruce al azar, nos distanciamos,
¡habrá sido la senda compartida,
un regalo de luz que nos brindamos…!