Cuando llegue tu hora sombría,
lentamente como un caracol…,
y te muestre su cara vacía…
¡recordá que ha de salir el sol…!

Cuando alcances tu pico más alto,
y te sientas felíz cual querube…,
sin más cuitas…y sin sobresaltos…
¡recordá que ha de llegar la nube…!

Nube y sol…sol y nube…, ellos son
tus maestros de la dualidad…:
¡mercaderes de la desazón,
que se turnan su falsa verdad…!

Si todo lo que sube, baja…
Si todo lo que baja, sube…
Si siempre va a salir el sol…,
y siempre va a llegar la nube…,

ubicate en tu centro profundo,
y después decretá para ti:
“¡los cambiantes vaivenes del mundo
ya no tienen poder sobre mí…!»