La mujer lloraba sobre el cajoncito…
El niño dormía su sueño profundo…
¡No existe una pena mayor en el mundo,
que la de una madre velando a su hijito!

Me acerqué despacio…caminando lento…
La abracé en silencio, con un gesto suave…
Y le pedí al Padre -que todo lo sabe-,
que usara mis labios para darle aliento…

Con luz diamantina que invoqué del cielo,
la envolví en un manto de amor y ternura…
Y le dije: – madre…tu hora es muy dura…
Pero no estás sola con tu desconsuelo…

Ella no me oía…sus ojos perdidos,
quién sabe en qué vagos mundos de dolor…
(¡Cómo se hace, Padre, para dar calor,
a nuestros hermanos de angustia transidos…!)

-¡Vamos, madrecita…dejá de sufrir…
y escuchá un instante a tu corazón…!
Verás que te dice:… todo es ilusión…
La vida…la muerte…quedarse…partir…

Cada vez que al planeta llegamos,
nos prestan un cuerpo…repetidamente…
Y en cada partida, silenciosamente,
a la vieja Tierra lo reincorporamos…

¡por eso te digo, dulce madrecita…!
El no se encuentra ahí…ya se ha marchado…
¡es apenas un lirio marchitado
lo que estás viendo en la cajita…!

Levantó la vista…con mirada mustia…
Y por un momento pareció entender…
Fue solo un instante…y volvió a caer
en la telaraña de toda su angustia…

(¡Mi intención es pura, mi intención es buena!
¡Ayúdame Padre a aliviar su dolor!
¡Has que la conforte la luz de mi amor!
Y si eso no alcanza… ¡pásame su pena!…)

Algo contestaba desde muy adentro:
“Su alma lo ha planeado con antelación…
Necesita el fuego de tanta aflicción…
para de ese modo volver a su centro.”

(¡Lo sé, Padre mío…lo sé y lo comprendo…!
¡Pero hazle un poquito más leve su carga!
Es ésta, su hora, demasiado amarga…
y su angustia enorme la está destruyendo…

¡deja que mi esencia despierte a su esencia,
y pon en mi boca la justa palabra,
para que de a poco su alma se abra,
y así pueda, Padre, sentir tu presencia…)

Renové mi abrazo…quise transmitirle,
algo de sosiego…un poco de paz…
toda la entereza de que fui capaz…
mientras me escuchaba a mí mismo decirle:

–Tu pequeño era un ángel que a vos llegó
para llenar de rosas tus caminos…
era un pájaro alegre lleno de trinos,
pero su vuelo breve ya terminó…

Su esencia está viajando por otros planos
hacia la Casa Grande…, la Divina Mansión…
…cuando quieras sentirlo,… tocá tu corazón…
¡y toda su ternura te llenará las manos…!

Amor tan grande, madre, no tiene edad…
No sabe de pasado ni de futuro…
Porque siempre los lazos del amor puro
se entretejen con hilos de eternidad…

A través de los tiempos se seguirán buscando,
con ropajes cambiados…con roles diferentes…
y con cada reencuentro, vuestras almas fervientes,
renovarán su voto…el de seguirse amando…

Un fulgor distinto brilló en su mirada…
como si entreviera un poco de luz…
como si de pronto su terrible cruz…
…ya no resultase tan pesada…

Restregó sus ojos, y como saliendo
de una pesadilla, murmurando dijo,
un tanto extrañada…mirándome fijo:
“¿cómo es que usted sabe lo que está diciendo?”

–Es un saber viejo, antiguo, ancestral…
(dije agradeciendo su instante de calma).
Lo sabe mi alma…lo sabe tu alma…
que no hubo principio…que no habrá final…

Por eso te pido, muchachita leve,
que cambies tu forma de mirar las cosas…
¡tuviste la dicha de trinos y rosas,
y toda la magia de su infancia breve!

Te dio lo más bello que te pudo dar,..
te dio lo más puro que en el mundo existe:
el fulgor de estrella que en sus ojos viste…
¡Y eso nunca nadie te lo ha de quitar!!!

¡¡Hay tantos que pasan ciegos por la vida,
sin probar las mieles, desnudos de amor…!!
¡¡y tu lo tuviste, madre, lo sentiste:
siete primaveras de luz y verdor!!

Agradece madre tu inmensa fortuna:
¡canta, ríe, baila y alaba al destino!
¡no importa si piensan que es un desatino!
¡¡¡tu sigue jugando con rayos de luna!!!

No pude continuar…se quebraba mi voz…
ella tomó mis manos…, transfigurada…
porque también sentía, como hechizada,
un aliento divino sobre los dos…

La escena parecía congelada…
el mundo detenía sus latidos…
y ya no fuimos dos desconocidos…:
fuimos dos almas enlazadas…

Nuestros corazones de emoción temblaban
porque allí, abrazados, en la sala oscura,
sentimos que llenas de amor y ternura…
¡…dos alas de niño nos acariciaban…!