El Humano Que Viene es el genuino Amante,
en el cabal sentido que encierra la expresión,
y ama sencillamente, sin peros por delante,
y sin que se requiera ninguna condición.

Su vibración tan alta te toma de la mano,
sin importarle nada si tu semblante es hosco,
y te dice en silencio: “¡te quiero, eres mi hermano!,
nunca nos hemos visto…, ¡pero igual te conozco!”.

Y es porque la energía de este Humano Que Viene,
no se encierra en si misma, se expande alrededor,
y los abraza a todos, los nutre y los sostiene,
sin que sepan de dónde les llega tanto amor.

Por eso se hace grato pasar a su costado,
¡porque no espera nada de ti para quererte!:
su corazón parece el de un enamorado
que ya se regocija solamente con verte.

Este Humano Que Viene casi nunca se enoja,
pues al ver en el otro la inocencia del Ser,
sabe que cada uno es a la vez la hoja,
y el árbol infinito que lo hace renacer.

Te escucha concentrado, no te impone su agenda,
se interesa en tu vida sin juzgar tu papel,
y no está preocupado de que tú lo comprendas:
simplemente es amable, ya sea ella o sea él.

Y aunque parece manso, ¡es tan fuerte por dentro!,
que no hay sombra que pueda doblegarlo en su afán,
y esa fuerza le viene desde su propio centro,
sereno como el ojo quieto del huracán.

Y es que este Humano siente que se halla conectado
con algo tan inmenso que no puede explicar:
algo que es familiar y es a la vez sagrado,
y que hasta le parece que lo hiciera brillar.

Y tú ya lo sospechas mientras vas por tu huella,
porque sin ser profeta, ni mago ni gurú,
lo sientes en el aire, lo ves en las estrellas,
lo escuchas en el viento… ¡que ese Humano eres tú!.