Esta es la historia de alguien como tantos,
que se sintió cansado de la vida,
y preso de un terrible desencanto,
le fijó fecha y hora a su partida.

Buscó en su techo la viga apropiada,
luego buscó una soga firme y fuerte,
y cerca de la hora señalada,
se arrodilló…, y le rezó a la muerte.

Subió como un autómata a la silla,
y cuando ya se dejaba caer,
una visión llegó “de la otra orilla”,
que lo hizo por entero estremecer.

Y en su visión, una figura blanca,
rodeada de luz tenue y vaporosa,
le habló de forma muy directa y franca,
pero a la vez con voz muy amorosa.

Y dijo: “piensa bien…, estás seguro
de querer irte en este mismo instante?:
¡mira que yo conozco tu futuro,
y puedo asegurarte que es brillante!”

“Si te quedas, verás dentro de poco
que un cambio en ti comenzará a operarse:
tu perspectiva cambiará de foco,
y tu ADN empezará a activarse.”

“Una energía que es benevolente,
te enlazará con Dios en tu interior,
tu estrés se marchará rápidamente,
y tu salud será muy superior.”

“Y una esfera de luz te irá rodeando,
brillará tu columna vertebral,
y por ella se irá desperezando
tu divina energía espiritual.”

“Te sentirás en paz y equilibrado,
y accederás a oleadas de poder,
ese poder sereno y reposado
que nace simplemente de ¨saber¨ ”.

“Y podrás ir por sitios tenebrosos
sin sentir ni una pizca de temor,
porque en tu vibración habrá tal gozo
que no habrá sombras a tu alrededor.”

“Mas por supuesto, tienes libre albedrío,
y será todo como tú lo ordenes:
de este lado del velo, amigo mío,
no hay quien te juzgue…, ni quien te condene…”

“Cuando te llegan los instantes claves
tan sólo tú tienes la decisión,
aunque esa decisión, muy bien lo sabes,
más que en tu mente, está en tu corazón.”

Y la visión fue desapareciendo,
en medio de murmullos celestiales,
y el eco de su voz quedó diciendo:
“contémplate en los trazos principales”.

Y el hombre de esta historia, vio en el acto,
tal futuro, pasar como un destello,
y luego, ya repuesto del impacto,
la retiró a la soga de su cuello.

Y después descendió de aquella silla,
con el alma de gozo estremecida,
y envuelto en un fulgor de maravilla,
se arrodilló…, y le rezó a la Vida…